Wednesday, December 26, 2007

Navidad

¡Navidad, Navidad, linda Navidad! Dice la canción, pero ¿es en realidad la navidad tan hermosa como nos la pintan nuestros padres y la televisión?
Muchos alegan que el espíritu navideño se ha perdido, que Santa Claus no existe y que Los Reyes Magos y el niño Jesús son inventos de la religión o lo que es peor, que todo es una estrategia publicitaria para vender más; pero yo tengo algo que decirles, no es que ellos no existan, es tan sólo que han cambiado de apariencia.
"Señores, la verdad que uno es ingenuo cuando es pequeño" nos dijo un compañero en una ocasión de tertulias y añoranzas.
"Cuando yo era chico y quise empezar a jugar béisbol, al ver que se acercaba la Navidad, le pedí a mi padre que me regalara un guante, porque iba a jugar con pelotas, que eran muy duras y que lo necesitaría; mi padre me contestó que él en ese momento no podía, pues no teníamos suficiente dinero para todos los gastos de la familia y que un guante costaba mucho, que se lo pidiera al niño Jesús o a los Reyes Magos".
De pronto nuestro compañero comenzó a reír de una forma tierna y nostálgica, sus ojos empezaron a brillar de una manera muy extraña, y de repente se llenaron de lágrimas; todo parecía indicar que al recordar aquel momento de su vida, le hacía valorar el gran sacrificio por el que tuvo que pasar toda su familia.
"Yo como niño inocente al fin, me puse a investigar como era toda la cosa, sobre el ritual de pedirle a los Reyes Magos y al niño Jesús. Ustedes saben que según nuestras tradiciones uno debe escribir una carta, explicándole a los Reyes Magos o al niño Jesús lo que uno quiere y debe ponerla debajo del árbol de Navidad".
Mientras lo escuchábamos con interés y curiosidad, él hizo una leve pausa, mientras sonreía con más entusiasmo; respiró profundamente y haciendo señales como si escribiera algo en la palma de su mano continuó diciendo "yo me puse a escribir mi carta, así: "Queridos Reyes Magos y Niño Jesús, yo me he portado bien todo el año, pueden preguntárselo a mi mamá. Les pido que por favor me dejen un guante de béisbol para la Navidad que yo quiero empezar a jugar en una liga. Yo no soy muy bueno en la escuela, como mi hermana mayor, por eso quiero jugar béisbol y ganar mucho dinero para poder ayudar a mi papá con el sustento de la casa. Mi papá trabaja muy duro, pero el sueldo que él gana no nos da para mucho. Él me dijo que se lo pidiera a ustedes, porque somos pobrecitos y no tenemos suficiente dinero para cubrir los gastos de la cena de Nochebuena. Ya van dos años que no me dejan regalos, así que por favor no se olviden de mí esta vez, ya que ustedes son mi única esperanza. Les prometo que practicaré duro y le pondré muchas ganas y si algún día me convierto en un gran jugador de Grandes Ligas, todos los años le regalaré juguetes a los niños pobres como yo"
Yo tomé la carta y la puse debajo de nuestro pequeño arbolito de Navidad, aquel que un señor del trabajo le habían regalado a mi padre, la Navidad pasada. También tomé un poco de hierba verde y la puse debajo del árbol, pues alguien me dijo que era parte de la tradición para que los Reyes le dieran de comer a sus camellos y tuvieran fuerzas para aguantar la ardua faena de ir alrededor del mundo, repartiendo regalos a todos los niños. Cada día sin falta me arrodillaba y le pedía a Dios que por favor los Reyes y el niño Jesús no se olvidaran de mi ese año".
-¿Y que pasó? ¿Te dejaron el guante?
Los ojos de nuestro compañero volvieron a humedecerse y pudo notarse fácilmente el gran esfuerzo que hacía para no llorar delante de nosotros "Cuando me levanté la noche de Navidad no había nada debajo del árbol, pero mi carta ya no estaba. Lloré muchísimo, mi mamá me consolaba diciéndome que todo no estaba perdido, que ellos se llevaron mi carta y que eso era una buena señal. Yo no podía entender el por qué no me dejaron nada, si yo era un buen chico e hice todo lo que se tenía que hacer, para que me dejaran regalos.
Dos semanas más tarde, el día de los Santos Reyes, mi mamá me despertó a media noche y me dijo que alguien había entrado a la casa y que habían dejado algo para mí debajo del arbolito, yo pegué un salto y salí corriendo hacia la sala. Debajo del árbol se encontraba una caja de zapatos envuelta en papel de regalo, con una nota que decía: Perdónanos la tardanza, pero es que en el mundo ya hay muchísimos niños y nos toma mucho más tiempo cubrir todos los pedidos, Feliz día de Reyes. Con cariño: Los Reyes Magos".
Yo saltaba de la emoción, mientras mi madre lloraba, recuerdo que mi papá la abrazó y dándole un beso en la frente sonrió al verme tan feliz. Luego que crecí y pude entender como era en realidad la navidad. Le pregunté a mi madre sobre esa fecha especial y como fue que esa vez recibí mi guante de béisbol, si los Reyes Magos no existían, y aquí la historia real de lo que pasó: "mi padre al verme rezar todas las noches, decidió leer mi carta, la que le había dejado a los Santos Reyes y al niño Jesús; mi papá al ver la verdadera razón por la cual yo quería el guante, se puso a llorar y le contó a mi madre lo que pasaba. Por tres largas semanas mi viejo se fue caminando a su trabajo, que estaba a casi cinco millas, para poder ahorrar dinero; mi hermana mayor por las últimas dos semanas guardó cada moneda de su merienda para dárselo a mi madre, quien de una forma que aún mi padre no se explica, encogió el presupuesto de la comida para poder completar la cantidad que se necesitaba".
Todos nos miramos unos a otros, teníamos un fuerte nudo en la garganta, nuestro compañero se secó las lagrimas, las cuales ya no pudo aguantar más y nos dijo: "Esa es la única razón por la cual ustedes me ven salir en un camión, todos los años, repartiendo por todo el pueblo, juguetes a los niños".
Según la Biblia en Hebreos capitulo 13 Versículo 2 leemos: "No se olviden de ser amables con los que lleguen a su casa, pues de esa manera, sin saberlo, algunos hospedaron ángeles"; y si hacemos eco al decir popular de que "todos no parecemos lo que somos, ni todos somos lo que parecemos" entonces yo creo que "Nunca se debe desaprovechar una buena oportunidad para ser buenos, ya que muchos de nosotros seremos el único niño Dios, que mucha gente conocerá".

Por Miguel Batista (Pelotero)